La Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico) recortó este jueves su tasa de interés por segunda ocasión consecutiva en 0.25 puntos base, para dejar al rédito en 7.75 por ciento. La decisión se tomó por mayoría, con dos votos a favor de un recorte más profundo, de 50 puntos base.
Con este movimiento, el rédito en México queda en un nivel que sólo se ha visto en dos ocasiones en la última década: la más reciente, en junio del 2018 y la previa, en agosto del 2008.
A pesar de tratarse de un segundo recorte consecutivo, la tasa se mantiene como la tercera más alta entre las economías emergentes, sólo detrás de la que pagan el mercado de Turquía, que es de 19 puntos y el de Argentina, que es de 60 puntos.
Con el movimiento de hoy, el Banxico consigue alinearse con la tendencia mundial de los bancos centrales que han recortado su tasa en una intención de favorecer a una reactivación de la actividad económica, tal como lo explicó esta semana el analista de mercados del bróker internacional Alpari, César Valencia.
El peso se movió ligeramente tras el anuncio de política monetaria del Banxico. Desde el inicio de la jornada, el tipo de cambio escaló hasta tocar un máximo de 19.6685 unidades desde un previo de 19.56 pesos por dólar. Minutos después del anuncio, el par se ubica en 19.6076 pesos por dólar.
Este recorte fue anticipado por todos los analistas consultados por Citibanamex en su encuesta del pasado 20 de septiembre, y fue descontado en la curva de rendimiento de los Cetes subastados este martes, que reflejó una fuerte convicción de los inversionistas sobre una disminución en la tasa de 25 puntos base, acompañada de un comunicado con lenguaje dovish, que en términos de política monetaria, indica una posición expansiva.
La minuta correspondiente a esta reunión, será divulgada el jueves 10 de octubre. Ahí se podrá saber si nuevamente fue el decano de la Junta de Gobierno, Javier Guzmán Calafell, quien se opuso al recorte, tal como sucedió en la decisión del mes pasado. En ese momento, el banquero central aludió a la resistencia a la baja de la inflación subyacente y al riesgo que representa la incertidumbre internacional y local sobre la volatilidad del tipo de cambio, como el origen de su negativa al recorte.